¿Qué cambiará el mundo? Puros cuentos
Estamos viendo la calamidad y el descaro como lo hemos visto otras tantas veces. ¿Qué nos ha enseñado este tiempo de pandemia? Nada. De las tantas lecciones por aprender no hemos querido aprender ninguna. ¿Que cambiará el mundo después de esto? Puros cuentos. ¿Qué más humanos no sé qué? Tampoco. Somos la especie depredadora. Nos comemos los unos a los otros, sin remilgos, sin respiro, la ley del más poderoso, del más ruin, del más canalla. Es decir, como siempre, como el dÃa a dÃa. No se nos crispa un nervio ante el dolor del otro y solapamos el desdén de estas cuadrillas de criminales que escogimos como gobernantes.
¿Qué cambiará el mundo? Puros cuentos
¿De qué nos sirven las lecturas, las perchas de libros en las bibliotecas de nuestras casas, las perchas de tÃtulos universitarios, si los que hacen siempre son los que menos han tenido oportunidades de desarrollo? Con y sin pandemia son los que siguen poniendo el pecho. Son los que se quitan el bocado de la boca y se lo dan a otro. Son los que donan sus cosechas. Si pues, los campesinos. Porque afamamos a los letrados y los ensalzamos, vaya que qué intelectual, que qué buena lectora, cineasta, artista, cantante, gran oradora, gran pensador, ¡mi sobrero! Los campesinos poniendo el pecho mientras el arte y los grandes pensadores van y vienen con su palabrerÃa de alfombra enflorada. Nomás. Para el mismo mundillo de los que viven de codearse y tirarse flores. Será porque el que lleva sol y lleva agua en la intemperie sabe lo que vale un pedazo de pan y el hambre en la necesidad.
Pero eso sÃ, son especialistas en aprovecharse de la miseria ajena para sacar ventaja personal, de ahà que anden dando conferencias con temas de humanidades, que canciones, poemas, esculturas, libros, pelÃculas o documentales a costillas de los que clamaron por ayuda y ellos no quisieron ver. Incapaces de levantar la voz como un ciudadano cualquiera, indignado del maltrato de un gobierno ruin.
Para ejemplo las innumerables imágenes de policÃas a lo largo y ancho de Latinoamérica violentando ciudadanos que se han visto obligados a romper la cuarentena para salir a buscarse un pedazo de pan. Las miles de personas saliendo a las calles con banderas rojas y blancas clamando por ayuda alimentaria y médica, gente obrera, la clase trabajadora que dado a la explotación que ha sufrido desde siempre vive al dÃa a dÃa y sin ahorro alguno como quien desde la comodidad de su casa dice: quédate en casa.
¿En dónde están los grandes pensadores, los graduados de universidad y los artistas exigiendo a los gobiernos que respondan como corresponde ante esta necesidad colectiva de los más desamparados? Pero eso sÃ, nomás pase la bulla de la pandemia vendrán las pelÃculas, los recitales, las conferencias, los documentales, donde hablen de cifras, donde presenten imágenes desgarradoras de los tiempos del virus… Como el azadón: ¡solo pa’ dentro!
Pero ahora, ahora que las papas queman, los que están socorriendo son los rechazados de siempre, los explotados, los señalados de iletrados, de apestosos, de ignorantes, de acarreados. Las crisis siempre muestran lo mejor y lo peor de la humanidad y si tenemos la humildad de observar detenidamente veremos que quienes dan, calladita la boca y bajita la mano, sin aspavientos y sin buscar reconocimiento alguno son los que saben qué hora es con solo ver el sol o por el ruido de los animales nocturnos.
DeberÃamos de tener más humildad y más agallas para reconocer a quienes han llevado este mundo en el lomo desde siempre. Y dejar la bullaranga de los tÃtulos y los libros leÃdos y los motes de artistas e intelectualidad, que la verdad en emergencias de vida o muerte no sirven para nada. Son los imprescindibles de siempre los que han mantenido a este planeta respirando aún.
¿Qué cambiará el mundo después de esto? Bah, pero patadas, dirÃa mi abuelo tÃo Lilo: campesino.
No comments:
Post a Comment