Saturday, 30 May 2020

Primer Ministro que tan pronto como se olvida de encubrir las masacres policiales de su propio país que quedan impunes

Image may contain: 1 person 
Trudeau: los canadienses observan los disturbios y la violencia policial de Estados Unidos en "conmoción y horror" Noticias del mundo
Los canadienses están observando los disturbios y la violencia policial en los Estados Unidos en "conmoción y horror", dijo Justin Trudeau el viernes, sin embargo, el primer ministro advirtió que su nación también ha arraigado problemas con el racismo.

La metrópolis de Minneapolis ha sido sacudida por una tercera noche de protestas violentas por la pérdida de la vida de un George Floyd, un hombre negro desarmado, después de que un oficial de policía blanco se arrodilló en su cuello mientras yacía en el fondo después del arresto.

"Muchos canadienses de diversos orígenes están mirando, como todos los canadienses, las noticias de Estados Unidos con sorpresa y horror", dijo Trudeau a los periodistas en una sesión informativa diaria.


 Para Servir & Proteger: Asesinos a sueldo listos para cometer cualquier tipo de crueldad
Toronto también tiene su propio George Floyd: la policía de Toronto ASESINA al hombre discapacitado mientras está bajo su custodia. 
 “El racismo anti-negro, el racismo, es real. Está en los Estados Unidos pero también en Canadá y sabemos que las personas enfrentan discriminación sistemática, prejuicios inconscientes y racismo anti-negro todos los días ", dijo Trudeau, pidiendo a la nación que" se una en solidaridad "hacia el odio racial. "Tenemos trabajo que hacer también en Canadá".

Las desigualdades raciales continúan persistiendo en todo el país, una realidad sombría que generalmente ocurre a través de las interacciones con la policía.

En diciembre de 2018, la provincia de Ontario lanzó un informe histórico que descubrió que los residentes negros en Toronto, la metrópoli más grande del país, son 20 veces más propensos a recibir un disparo de la policía sin vida que los residentes blancos.

El mes pasado, la policía disparó sin vida a D'Andre Campbell, de 26 años, dentro de su propia residencia, al norte de Toronto, después de que el propio Campbell se refiriera al 911.

A principios de esta semana, la familia de Regis Korchinski-Paquet declaró que un oficial de policía empujó a la niña más joven sobre el balcón de la residencia del piso 24 de la casa, el lugar donde cayó a su pérdida de vidas. El caso se encuentra actualmente bajo investigación por un físico de supervisión de longitud de brazos.

Los comentarios improvisados ​​de Trudeau marcaron una salida notable para un marcapasos que ha hecho todo lo posible para evitar irritar a su homólogo estadounidense, Donald Trump.

 LAS MASACRES
Pablo Neruda
En medio de la Plaza fue este crimen.
No escondió el matorral la sangre
                  pura
del pueblo, ni la tragó la arena de la
              pampa.
 Nadie escondió este crimen.
Este crimen fue en medio de la Patria.
Históricamente, los primeros ministros canadienses se han mantenido alejados de la discusión sobre la agitación política y social en los Estados Unidos, el principal aliado de Canadá y el mayor cómplice de compra y venta.

“Vivir a tu lado es, de alguna manera, como dormir con un elefante. No importa cuán amigable y ecuánime sea la bestia, si puedo llamarlo así, uno se ve afectado por cada contracción y gruñido ", declaró el primer ministro anterior, Pierre Trudeau, el padre del actual jefe, en un acuerdo de 1969 con Estados Unidos. Press Club en Washington.

Justin Trudeau ha hablado mucho sobre la necesidad de lidiar con el racismo, sin embargo, su campaña de marketing de reelección se vio empañada por imágenes de él en la cara negra como un hombre más joven.

 Ex policía tiene mucho que decir sobre la brutalidad policial y el racismo
 
Pobrecito mi Patron
 Un poquito mas y sin miedo...Carajo!

Friday, 29 May 2020

Una nueva era, una nueva forma de vivir


Una nueva era, una nueva forma de vivir
Por Federico Mayor Zaragoza:  "Otro mundo es posible"
Ya estaba muy claro, antes de la pandemia del coronavirus, que eran necesarios cambios radicales en la gobernanza mundial para evitar amenazas globales e irreversibles sobre la propia habitabilidad de la Tierra, procurando a todos sus habitantes y no sólo a unos cuantos, las condiciones para una vida digna.

Ahora, después de haber vivido un confinamiento a escala planetaria totalmente inesperado hace tres meses, es imperativo reflexionar y tomar las decisiones a escala colectiva pero, sobre todo personal, que permitan reconducir tan grave situación antes de que sea demasiado tarde.

En febrero de 2012, publicaba en “Reacciona”, un libro de diversos autores coordinados por Rosa María Artal, lo siguiente: “Es tiempo de acción… No se trata de hacer frente a una crisis económica sino sistémica. No de una época de cambios sino de un cambio de época. En los últimos estertores del neoliberalismo, los más recalcitrantes representantes del “gran dominio” intentan convencernos de que volverán a lograr el ‘estado de bienestar’: el consumo, el empleo, los horizontes sociales… Todo ello, bien entendido, aplicable únicamente al 20% de la humanidad, ya que el resto seguiría como hasta ahora, sumido en un gradiente de precariedades progresivas”…

Es innecesario, por tanto, insistir en que ahora, ahora sí, los ciudadanos del mundo ya no vamos a consentir que se repita el agravio histórico que representa para las generaciones venideras dejar irresponsablemente que se alcancen puntos de no retorno.

He aquí, resumidas en la medida de lo posible, las fases que pueden conducir a una nueva era en la que los horizontes actuales se hayan esclarecido:

Toma de conciencia:

    De la globalidad de las amenazas:
    Extrema pobreza.
    Respuestas globales:
        Solo pueden darlas, como tan lúcida y prematuramente se inicia la Carta de las Naciones Unidas, “los pueblos”, todos los seres humanos convertidos en actores del cambio y nunca más espectadores impasibles de lo que acontece.

Por primera vez en la historia, todos iguales en dignidad, sin discriminación alguna por razones de género, etnia, ideología, creencias…; y capaces de expresarse libremente.

Por fin, “los pueblos” tienen voz y, unidos, pueden tomar en sus manos las riendas del destino común. Después del fracaso rotundo de los grupos plutocráticos (G6, G7, G8, G20) está claro que sólo un multilateralismo democrático puede encauzar la voluntad popular a nivel mundial.

    Cambios apremiantes:
    Transición de una cultura de imposición, dominio, violencia y guerra a una cultura de encuentro, diálogo, mediación, conciliación, alianza y paz. De la fuerza a la palabra. (Declaración y Plan de Acción sobre una Cultura de Paz, Asamblea General de las Naciones Unidas, septiembre 1999).
    Transición de una economía basada en la especulación, deslocalización productiva y guerra -cada día mueren de hambre millares de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad, al tiempo que se invierten en armas y gastos militares más de 4000 millones de dólares- en una economía basada en el conocimiento, en la cooperación y no en la explotación, para la eficaz puesta en práctica de la Agenda 2030 (Objetivos de Desarrollo Sostenible, Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas de noviembre de 2015 “para transformar el mundo” ) y los Acuerdos de París sobre Cambio Climático.

Para ello es impostergable reducir los gastos de defensa y aplicar los medios necesarios para la diligente aplicación en todo el planeta de un nuevo concepto de seguridad con las seis prioridades establecidas por las Naciones Unidas:

-alimentación

-agua potable

-servicios de salud de calidad

-cuidado del medio ambiente

-educación a lo largo de toda la vida

-paz

Todo ello implica otra forma de vivir. Un estilo de vida que permita llevar a cabo el fundamento general de todos los derechos humanos: la igual dignidad. La actual brecha social y el olvido permanente de los que viven en condiciones de extrema pobreza deben superarse, teniendo siempre la mirada puesta en el conjunto de la humanidad. Ahora mismo, al conocer los datos de los efectos de covid-19, debemos pensar en los que sufren cada día las consecuencias de patologías consideradas por la sociedad saciada como “irremediables” -desnutrición severa, carencia de servicios higiénicos, enfermedades crónicas como el paludismo, el ébola, el dengue… pero, sobre todo, de las guerras (en la guerra de Siria van más de 380.000 muertos, y en la invasión de Irak, basada en la simulación y la mentira, con miles de víctimas o las de la terrible “operación Cóndor” desplegada por los Estados Unidos en América Latina en los años 70).

 La solución, el multilateralismo democrático dotado de recursos personales, financieros, técnicos y de defensa necesarios. Unas Naciones Unidas actualizadas con una Asamblea General en la que el 50% de los miembros representaran a Estados y otro 50% representaran a la sociedad civil, en la que hubiera voto ponderado pero no veto y en la que al Consejo de Seguridad se añadieran un Consejo Socioeconómico y otro Medioambiental o Ecológico, permitirían, por fin, poner término a las hegemonías que han permitido hasta ahora la aplicación del perverso proverbio de “si quieres la paz, prepara la guerra” y resolver los conflictos, que siempre existirán, a través de la diplomacia y la mediación.

La intervención de un multilateralismo eficiente permitiría no sólo “evitar el horror de la guerra a las generaciones venideras”, sino impedir la extraordinaria influencia de grandes consorcios internacionales, la explotación de los países ricos en recursos  como el litio, el coltán, el cobre, extensiones para el cultivo de soja, carburantes… y, así mismo, pondría fin al narcotráfico que hoy sigue extendiendo su poderío de manera indiscriminada.

    La nueva era se caracterizaría por el funcionamiento democrático a todos los niveles -¡es incomprensible que la Unión Europea conceda, de hecho, el veto a todos sus integrantes, ya que los acuerdos deben adoptarse por unanimidad!- y permitiría eliminar la corrupción y los paraísos fiscales, atendiendo el asesoramiento de las comunidades educadora, científica, artística… que hasta ahora han sido desoídas, lo que ha resultado en la gravísima situación presente. En efecto, sólo en términos de ecología, la UNESCO ya alertó en los años 70 de la necesidad de limitar las emisiones de gases con efecto invernadero… y lo hizo el Club de Roma en 1972 con su Informe “Los límites del crecimiento”… y la Academia de Ciencias de los Estados Unidos… sin que se obtuviera nunca la respuesta adecuada.

Hace tan sólo tres años, cuando se había logrado la Agenda 2030 y la regulación del calentamiento global, gracias en buena medida al Presidente Barack Obama -¡hasta el Papa Francisco hizo pública una Encíclica Ecológica!-  el Presidente Trump no sólo requirió y ¡obtuvo! más fondos para defensa sino que advirtió que no pondría en práctica los ODS. Frente a esta intolerable actitud, no hubo reacción alguna. ¿Se necesitan más pruebas para que los ciudadanos del mundo, de una vez, tomen las riendas del destino común?

En el artículo que citaba al principio terminaba así. “Ha llegado el momento de replantear el sistema, no de aceptarlo o de adaptarlo. Así se inicia la “Carta de la Tierra”. Nos hallamos en un momento crítico de la historia, un momento en el cual la sociedad ha de elegir su futuro… Hemos de unirnos para crear una sociedad global sostenible basada en el respeto a la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y la cultura de paz”…

En la nueva era, será el multilateralismo, será la democracia vivida por cada ciudadano, será la responsabilidad colectiva, la que permitirá que las generaciones venideras no repitan la terrible frase de Albert Camus, que cito con frecuencia: “Les desprecio porque pudiendo tanto se atrevieron a tan poco”.

Federico Mayor Zaragoza fue entre 1987 y 1999 director general de la Unesco y actualmente es presidente de la Fundación para una Cultura de Paz.