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Jun 4, 2018 By HispanTV
Matar una enfermera a balazos. Matar a una enfermera que
ayudaba a un herido. Matar a una enfermera que solo tenía una venda en las
manos.
¿Ese es el pueblo elegido? ¿Esos son los valores del pueblo
que dice que lo escogió Dios? ¿O son los valores más siniestros y diabólicos
exhibidos al disparar a alguien que atiende heridos? No hay excusa de nada,
porque es el valor más básico entendido por los sagrados animales.
A menos, que los sionistas de Israel sigan algunas
interpretaciones del Talmud, que dicen que todo aquel que no sea judío, puede
ser tratado como una bestia; esta quizá sea la única explicación de cómo los
soldados israelíes desprecian la vida humana y se ríen cuando matan a un palestino.
Esta vez, una enfermera. Israel Shamir, un escritor y
periodista con raíces más que judías, cuestiona en sus escritos la perspectiva
con la que el Talmud (obra y tradición con la que los judíos interpretan y
siguen sus escrituras sagradas) es interpretado por muchos judíos, y en la que
se asegura que todos aquellos que no lo son, pueden ser tratados como bestias,
empezando por aquellos que dicen que el mesías es Jesús, o sea, los cristianos.
Shamir denuncia
que la interpretación talmúdica conlleva a pensar y actuar con respecto a los
otros que no son judíos, como seres que se encuentran en su forma animal o
bestial. Reflexionando sobre esto, quizá podamos entender ahora sí lo que está
pasando en la Franja de Gaza.
Desde que comenzó
la Marcha del Gran Retorno a finales de marzo, es decir, en dos meses, Israel
ha herido a más de 13 000 palestinos, superando la cifra de víctimas de la
guerra del 2014 con la cual y bajo el nombre de Operación Margen Protector, el
régimen de Israel mató a miles e hirió a más de 10 000 palestinos.
Una cifra mayor no
en guerra sino por manifestaciones, solo se puede traducir como guerra o
terrorismo colectivo. Y entonces el hecho general explica el singular, la
enfermera: Ella es Razan al-Nayyar, de 21 años. De profesión, ayudaba a los
enfermos a vivir, o a bien morir. De convicción, sólo quería paz para su
patria, una tierra para los palestinos.
“Este es su arma. Este es el arma de mi hija, esto era
con lo que estaba resistiendo. ¿Por qué motivo la mató ese soldado? Ella había
sido atacada desde el primer día de las protestas, tantas veces había
sobrevivido a la muerte”, exclama su madre, sosteniendo la ropa con sangre de
su fallecida hija.
Razan, era una enfermera
voluntaria. Fue asesinada por disparo de un francotirador israelí, este primero
de junio, en Jan Yunis, cerca de la valla fronteriza que tiene secuestrada a la
Franja de Gaza. Los soldados del régimen de Israel le dispararon cuando iba a
curar a un herido.
Trabajada como enfermera de forma voluntaria desde el
inicio de las protestas en Gaza, hace dos meses. “¿Qué culpa tenía mi hija?
Llamó al mundo que se quede a mi lado y me ayude a reivindicar el derecho de mi
hija. Quiero que el mundo oiga mi voz. Quiero ir a la Corte Internacional
contra los sionistas para que todos sepan quién está equivocado. ¿Qué culpa
tenía mi hija?”
. Es que ella le decía a su madre, que no tenía miedo,
porque se sentía protegida por su chaleco blanco, su chaleco de médico con
material de curación. Ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se pide
una investigación por todos estos crímenes, pero es imposible porque Estados
Unidos usa su poder y veta, ya no digamos la investigación, sino la misma
solicitud.
¿Se creen
superiores y diferentes a la demás especie humana? El periódico israelí “Times
of Israel”, publicó el 29 de julio del 2013, que la oficina del primer ministro
de Israel había establecido que los rusos de la antigua Unión Soviética que
quisieran emigrar a los territorios ocupados, tendrían que hacerse una prueba
de ADN para probar que no eran de otra “raza” más que de ascendencia judía, así
o más claro.
Por Roberto de la Madrid
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