Wednesday, 13 August 2025

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Por Silvia Ribeiro: Cuatro altos ejecutivos de empresas tecnológicas se unieron al Ejército de los EE. UU. con el rango de teniente coronel.

 Cuatro altos ejecutivos de empresas tecnológicas —Meta (propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp), OpenAI (propietaria de ChatGPT) y Palantir— se unieron al Ejército de los EE. UU. en junio de 2025, ya no como contratistas ni colaboradores, sino como miembros de la reserva del propio ejército. Todos recibieron el rango de teniente coronel.

Son los primeros miembros del Destacamento 201, el nuevo Cuerpo Ejecutivo de Innovación del Ejército de los EE. UU. Según un comunicado oficial, este cuerpo está diseñado para "guiar soluciones tecnológicas rápidas y escalables a problemas complejos", con el objetivo de transformar el Ejército en "una fuerza más efectiva, inteligente y letal" (https://tinyurl.com/nywph79f). 

 Los ejecutivos que se unieron al Ejército de los EE. UU. son Shyam Sankar, director de tecnología de Palantir (quien inició el proyecto); Adam Bosworth, director de tecnología de Meta; Kevin Weil, director de producto de OpenAI; y Bob McGrew, exejecutivo de OpenAI. 

 Palantir es una empresa de software y análisis de datos especializada en aplicaciones militares y de vigilancia. Su principal cliente es el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Según Investigate, entre 2008 y 2024, Palantir recibió contratos de dicho departamento por valor de 1200 millones de dólares. Palantir proporciona servicios y equipos utilizados en el genocidio de Gaza y en la vigilancia de migrantes en Estados Unidos (https://investigate.info/company/palantir-technologies).

  La colaboración activa de las grandes tecnológicas con el complejo militar-industrial no es nueva, pero desde la guerra de la OTAN en Ucrania y el genocidio israelí en Palestina, se ha intensificado, ampliado y profundizado. La integración directa de altos ejecutivos como miembros del ejército estadounidense tiene implicaciones tanto simbólicas como prácticas. Expone el vínculo cada vez más estrecho entre las grandes tecnológicas y el complejo militar-industrial, su papel crucial en guerras y ataques con nuevas armas digitales, como software, drones y robots autónomos letales; y el desarrollo de amplios sistemas de vigilancia y control tanto en situaciones de guerra como entre la población civil.

Las empresas tecnológicas se mostraron algo reticentes a admitir públicamente que se dedican al negocio de la guerra —aunque llevan años colaborando mediante contratos—, pero a pesar de las protestas de sus empleados y organizaciones, desde 2024, una tras otra, han ido modificando sus propios estándares éticos para firmar contratos por cientos de millones de dólares con gobiernos y sus agencias militares, especialmente Estados Unidos e Israel (https://tinyurl.com/yxu7w2pn). Ahora han logrado entrar en el ejército, lo que, además, constituye un claro conflicto de intereses en la disputa por los fondos públicos. 

 El 6 de agosto de 2025, The Guardian publicó un nuevo informe de investigación, en colaboración con la publicación israelí-palestina Magazine +972 y el medio de comunicación en hebreo Local Call, que revela que Microsoft ha estado colaborando con la Unidad 8200 del sistema de defensa israelí desde 2021 para interceptar casi un millón de llamadas telefónicas y mensajes de texto en Gaza y Cisjordania. Microsoft accedió a permitir al régimen de Netanyahu utilizar los servicios ilimitados de la nube de Azure para alojar miles de millones de archivos de audio y mensajes, que se almacenarían en un espacio cifrado y de acceso restringido. (https://tinyurl.com/mw5fevw9) 

 Microsoft afirmó desconocer el uso que Israel hace de esta información, como ya ha hecho en el pasado. Sin embargo, gestionar cantidades tan grandes de información solo es posible con programas y algoritmos de alta tecnología proporcionados a la Unidad 8200 por varias grandes empresas tecnológicas, como revelaron los mismos periodistas en 2024 (https://tinyurl.com/y5ukmved). Según tres fuentes de la Unidad 8200, la plataforma de almacenamiento en la nube facilitó la preparación de mortíferos ataques aéreos y ha sido clave para configurar las operaciones militares en Gaza y Cisjordania.

Estos no son asuntos menores. Las megaempresas tecnológicas —varias de las mencionadas anteriormente y otras como Amazon, Microsoft, Google, Apple, Nvidia y Tesla— se encuentran entre las mayores empresas del mundo en términos de ingresos, y el valor de mercado de cada una de las 10 más grandes supera el PIB de la gran mayoría de los países del mundo, lo que les otorga un enorme poder e influencia. Controlan no solo software y equipos digitales, sino también la mayoría de los cables submarinos que permiten las comunicaciones por internet, así como la mayoría de las comunicaciones por satélite, los satélites y el transporte en órbita terrestre baja.

Por si fuera poco, controlan gran porción de las redes sociales y de medios de "comunicación" mediante éstas, lo que abona a la guerra mediática y la emisión de noticias falsas y sesgadas sobre guerras, conflictos sociales y en general todo tipo de actividades y situaciones, incluso salud, educación y gestión gubernamental. El experimento de intervenir todas las llamadas y mensajes de poblaciones enteras, así como los programas para usar esa información, nos afecta potencialmente a todas y todos, y es sin duda codiciado por otros gobiernos y actores.

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