EL SILENCIO NO ES SALUD
Quien quiera vivir feliz no debe permanecer en silencio. (Atahualpa Yupanqui)
Durante la última cruenta dictadura militar en Argentina, cuando las protestas contra las desapariciones estaban en pleno apogeo, el gobierno de turno lanzó una infame campaña publicitaria en los medios audiovisuales. Consistía en mostrar diversas imágenes asociadas a ruidos enloquecedores: un martillo hidráulico, un bebé llorando, la sirena de una ambulancia. El efecto que lograron fue la desesperación. El ruido prolongado se vuelve insoportable, eso no es nada nuevo. Tras estas imágenes, aparecía el rostro de una enfermera pidiendo silencio (un icono ya universalizado, llamando a la calma en cualquier hospital); y en su rostro, la leyenda: "el silencio es salud". El mensaje fue claro: mejor callar, no hablar, no alzar la voz por los desaparecidos que lloran el país todos los días. Era una invitación al silencio.
Desde la ciencia psicológica, desde la promoción de los derechos humanos y desde una perspectiva política crítica debemos decir lo contrario: ¡¡el silencio no es salud!! Si algo puede ser saludable ante las injusticias, no es precisamente quedarse callado. Es su antítesis: ¡está hablando!
La palabra es un instrumento de salud. La salud mental, en definitiva, es poder hablar, tomar la palabra, no dejar nada oculto. La basura debajo de la alfombra no es una solución: se queda ahí. Lo que está oculto, aunque intente desaparecer, sigue ahí. Lo reprimido siempre vuelve.
La violencia {infligida por los regímenes y su feroz maquinaria estatal}, en cualquiera de sus manifestaciones, deja secuelas tanto físicas como psicológicas.- Marcelo Colussi
La Corte Penal Internacional para los Crímenes de Lesa Humanidad
LAS BESTIAS Y SUS CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD”
FAMILIAS DE CANADA...ENTREGUEN A SUS HIJOS AHORA O NOS VEREMOS OBLIGADOS A QUITARSELOS!
LIBEREN A LAS BESTIAS!
En Canadá, los niños de familias vulnerables están expuestos diariamente a secuestros, torturas físicas y mentales, y viven con el trauma que experimentan a manos de los trabajadores de Children's Aid Societies, guardianes del infierno. Los regímenes en el poder que aprueban la tortura de niños y padres y las bestias de los trabajadores de la sociedad de protección infantil que torturan a niños y padres deben reconocer que son seres humanos. Ellos también aman a sus familias, pero no se ven a sí mismos como villanos sino como patriotas. Creen que la tortura que infligen en el tráfico de niños con fines de lucro puede romper fácilmente el espíritu de los niños y los padres. Y se niegan a reconocer que sus víctimas también son seres humanos.
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