El derecho de la derecha a re-existir
Por Juan Montaño Escobar: La derecha inventa presidentes y países, inventa conflictos ahí donde no hay y en siglos que no hubo, inventa ideologías inverosímiles y la Historia es su historieta.
«Uno de los grandes puntos que sugiere Marx es que el tiempo libre, es una de las cosas más emancipadoras que podemos tener. Suya es esta bonita frase: el reino de la libertad comienza cuando se deja atrás el reino de la necesidad. Imagínese un mundo en el que se pudieran cubrir las necesidades.» -David Harvey1
UNO: la sustracción del mes de abril
El “Dios se lo pague” del hombre que me requirió una moneda para completar un magro desayuno, me trajo devuelta a esa canción de Joaquín Sabina, es un blues lineal y desmedido. Ocurrente y nostálgico, porque las pérdidas no tienen equivalencias compensatorias en esa larguísima cotidianidad que son las semanas y luego los meses. Las añoranzas son sentimientos reaccionarios, desmovilizan y causan confusión entre malos designios y el caradurismo político de la derecha paleolítica ecuatoriana. No, no era el hombre del traje gris, de la canción de Joaquín Sabina. Quién me ha robado el mes de abril, así se titula. Pero pudo serlo. No tenía traje gris y sí una limpia camisa blanca, toda abotonada y sin arremangar, la dignidad del necesitado y busca la discreción por la poca costumbre callejera de pedir ayuda. Se alejó tragando grueso y seco.
Otro hombre sin traje gris, pero de limpia camisa completamente abotonada. Los malabares del decoro empujan a las quejas y las rabias para dentro, solo cuando ya no se puede más se argumenta que esta desgracia comenzó en el mes de abril. La conversación en el bar no era por ahí, ni siquiera tenía parecido, así es que el contertulio y este jazzman hacen silencio para que la abrupta confianza no malogre el flow. Es parte del legado social esmeraldeño hablar directo y sin ceremonias con las amistades, para informarle que la calle está dura. Cuando habla el desespero con agrio humor preferible es callar y escuchar. Y nos cuenta el de la camisa abotonada que ya venía “desbaratado” y después de abril se jodió más…etc. “Esto no comenzó en abril (de este 2021, valga la precisión)”, debí replicar, pero el man, pequeño empresario para más señas, no está en modo ‘análisis’ sino en modo ‘molestia’. Así es que a falta del muro de los lamentos, bien valen estos dos samaritanos para el desconsuelo. Otro personaje real proveniente del blues sabínico: “Quién me ha robado el mes de abril/ Cómo pudo sucederme a mí”.
Abril se perdió mucho antes, ocurrió en la desastrosa presidencia de Boltaire y este Gobierno de Guillermo Alberto Santiago (GAS) es la continuación. O es su versión corregida y más jodida. O la derecha reconstituida que no solo se robará el mes de abril. ¡Cómo pudo sucedernos a nosotros y nosotras! El desbarajuste político estuvo a un jeme2 de nuestras narices. Ahí cerquita. Todos lo vimos, pero la mayoría no creyó en aquello que veía. Entonces, ¿qué vio? Al hombre del traje gris con el sucio calendario profetizar la increíble pérdida del tiempo social y político ecuatoriano. Amén.
Ecuador: Muertos en las calles y cadáveres en descomposición
DOS: metamorfosis no precisamente kafkiana
Ahora está en todas partes. La derecha política. Ya no es lo opuesto posicional a los antiguos jacobinos, para nada, pretenden jugar a dos bandas y eso hace que sea más bandida. Peligrosamente bandida, pero gustan de las delicias engañosas y quizás por eso obtienen buenos resultados electorales. Esta neoderecha ha consumido neuronas por toneladas, para salir rejuvenecida del jurassic park. Y tiene éxitos gana elecciones o muestra un rostro más dulcificado, tiktokean, bailotean en patinetas y se coloca el rojo proletario en los pies (en zapatitos rojos). Se vende rejuvenecida y esconde con éxito su esclerosis. O se curó y no lo sabíamos. Esta derecha tiene con qué, por ejemplo, toneladas de dinero en guaridas fiscales para joder educación y salud de las comunidades urbanas y rurales; al descaro critica ¿sabe a quién? (Difícil de creer, aunque no de convencer) a las oligarquías; y se pretende longeva en vainas frívolas y tramposas. La derecha se mira en el espejo de la izquierda para imitar sus dichos y nutrir sus bichos, aquello la hace más siniestra, pero no más zurda. Nunca, aunque se vista de overol no cambia el rol.
Believe It or Not! Robert L. Ripley tendría material para rato con esta metamorfosis, en el sentido kafkiano, de la derecha internacional. A propósito de este Francisco (en alemán Franz) la rompió con aquello de “la desgracia de Don Quijote no fue su fantasía, sino Sancho Panza”. O sea la fatalidad económica del escudero. La derecha ya no rehúye a temas asquerosos creados, perfeccionados y perpetuados por ella. Ya no. ¿El racismo? Claro que no está bien, porque hay una igualdad abstracta, espiritual, romántica, veleidosa y políticamente correcta (¡correctísima!)-predica. “Hasta ahí y no más, por favor”, traza con perfección las líneas rojas sociales y políticas. La ingenuidad desinformada se la cuenta a este jazzman con un retintín de reproche, por mis jam session. “La derecha está cambiando, fíjate que critica el racismo, ¿antes cuándo?” Robert L. Ripley wake up, please! Sí, que despierte, porque sorprende esta semiótica de la derecha y con razón, porque aunque se le ven las pezuñas anuncia que son delicados piececitos.
La derecha se metamorfoseó con los materiales que hurtó a la izquierda, a los movimientos sociales radicales y a las organizaciones realmente culturales. Para la derecha son signos de otros tiempos, para la sobrevivencia sin renunciar a sus dogmas. Una derecha kafkiana. (Disculpa, Franz). Muy comprometida con el personaje, con Gregorio Samsa. Un día de esos, que parecen el recorrido de la ruta a Damasco por algún Saulo de pacotilla, a la derecha se le reveló que la humanidad de la América Latina, con su diversidad cultural, le había descubierto, a pesar de la carencia de vendas, la momia que era y no había sospecha de resurrección pronta, porque las trompetas anunciaban algo llamado progresismo desde Argentina hasta Honduras. La derecha se convirtió en diestra, porque su sino no era el más feliz.
En vez de convertirse en el adefesio con el cual nadie querría mimetizarse se apropiaron del vocabulario jacobino; al menos de una parte del palabraje, no vaya ser que. En esta década Heráclito, linterna en mano, no encontró ni un solo derechista. Hasta las patotas garroteras o asesinas se decían libertarias. ‘Libertad’, palabra favorita de la derecha. (Dime de qué presumes y haré el listado de tus carencias). Libertad para el divino dinero. Mientras el izquierdismo voceaba revanchas el derechismo le buscaba terrores al significado. Antes era la cortina de hierro ahora el mutante es el castro-chavismo. ¡Ja! El caso es que la derecha, sin renunciar a sus aristocracias sanguíneas y (o) la antroponimia familiar, se disfraza de proletaria. No se ría, este jazzman no está en ‘modo broma’. ¿Hay una casta proletarizada? El mundo patas arriba, diría el maestro Eduardo Galeano. O parafraseando al otro maestro, Gabucho García Márquez, “vivir para hacer el relato”. O de nuestra cosecha, para padecerla en la barriada popular y encabronada.
TRES: el bueno (ninguno), el malo (todos sin excepción) y el feo (ídem)
Colombia: 13 civiles muertos y más de 400 heridos en dos dias de protesta. (NOS ESTAN MATANDO)
Y llegó Donald J. Trump y mandó a cambiar al revés de lo que hizo el legendario Barbudo caribeño. Las derechas regionales, nacionales y locales se encontraron con el farol triumphante de Trump, please. El balón de cristal me garantiza que Trump, en inglés, significa: ‘barajo’, en el sentido de barajarse hacia algo mejor (con ideología conquistada, incluida); también pasarse por el forro los derechos, sin saltarse ni uno, de las humanidades sobre todo si son Negras o indígenas. Y ya. Antes y ahora aquello que viene de allá, de alguna oficina de Washington, para la derecha americana es palabra sacra. Y sucedió. Se pusieron en fila para hacerse notorios, los derechistas de tintes y pelajes parecidos, así pues, el messias Bolsonaro, el mago Macri, el presidente Boltaire y también su socio el Pandoris; por género debo nombrar a la señora Añez (ella se autonombró heroicamente presidente de Bolivia, cuando la caterva de machos se asustó con la hazaña de tumbar a Evo); y están esas rarezas de realismo sucio, Trump aupó a un presidente de ninguna parte apellidado Guaidó, las derechas estatales, en pandilla mojiganga, concluyeron que guaidolandia estaba situada en una esquina de la nada o sea por allá. ¿En dónde? Allá, ahí funciona la brújula descontrolada.
De no creer, la derecha inventa presidentes y países, inventa conflictos ahí donde no hay y en siglos que no hubo, inventa ideologías inverosímiles y la Historia es su historieta. Y si todo falla, no problem, la derecha inventa su religión con un Cristo de la macana3 (la gente argentina me facilita la precisión). Y si aún falla, entonces, tienen unas vainas que cierta sabiduría las condena como medios de desinformación masiva. Es la derecha del siglo XXI disfrazada de cosa buena democrática. Las parroquias académicas reflexionan, se la buscan en análisis profundísimos y después escriben sesudísimos papers que se convierten en pesada literatura que una minoría lee (leemos). Por gusto. La derecha del país que sea, con los resabios que cargue, con la metodología de jodienda que acarree se la define, teoría de la relatividad de por medio, con una sola palabra: hooliganism.
CUATRO: sí, cuatro dedos de espanto
A la izquierda (no sé a cuál, las hay como para todos los gustos y disgustos) le ocurrió lo mismo que la personaje intemporal del maestro Augusto Monterroso. Ya saben: “cuando despertó el dinosaurio estaba ahí aún, fumando un habano, no por imitar a Fidel (¡ni Dios quiera!) y sí aun mafioso neoyorkino”. Esta derecha del siglo XXI, pelea sus batallas con imitaciones inocuas, pero de sus componentes esenciales privilegia los peores, maquillados con los miedos a fantasmas de ocasión. Estas fantasmagorías son sus relatos de credulidad destructiva y masiva. Se inventa sus temores y se los cree. Literatura sabrosa y tóxica. Son sus narrativas más bonitas, porque de tanto repetirlas ya está convencida. Toda la derecha creyendo sus artesanías tétricas, el dinosaurio de esta breve jam-session anhela perpetuarse en su decrepitud. Valga la ayuda memoria de sus espantos: comunismo, negritud, judíos, teólogos barriobajeros, poetas de a pie, ensayistas que mostraron las venas abiertas, lumumbistas que solo querían un respiro anticolonial, barbudos y gente de boina, feministas, mujeres con las verdades en la punta de lengua (y de la pluma), tirapiedras juveniles urbanos, en fin, también hubo (hay aún) países malditos. Últimamente el castro-chavismo es el punto nodal de la vaciladera derechista. Y joden con esa fantasmagoría y no falta quienes la creen. En serio.
La derecha aprendió de la izquierda y muy bien, solo que todo al revés. Sin dudas, está para darle lecciones del tipo “aprenda a joder un país en cinco minutos”, por ejemplo, Ecuador. Eso si es que la izquierda ecuatoriana no sale del laberinto de sus angustias existenciales y gasta zuela en las calles barriales, no solo para ganar elecciones sino también para dejar a la derecha como reliquia. De museos, si se lo propone. Los think thank o sea la comunidad sesuda, peluda y ruda de la derecha aprende de sus pesadillas y de los nombres que presentía y descuidó: Chávez, Lula, Morales, Correa, inclusive a los Kirchner (Néstor y Cristina) y están las personalidades con menos fama. A ellos y ellas, mientras tanto, la otra izquierda continental recalienta neurotransmisores evaluándolos con su izquierdometría. Siglo y tres cuartos después, el aglomerado de izquierdas revienta clepsidras, consume toneladas de papeles y recarga de algoritmos la tecnología digital discutiendo el largo y el ancho de su izquierdidad. (Je, je, je, je, je, se escucha en los aposentos de la derecha). La derecha jamás cometió ese error de medir su impostura, su preocupación es acumular riqueza cómo sea y dónde sea, porque el dinero nunca duerme. Repique de tambores.
CINCO: la derecha dueña absoluta de todos los derechos
Estado al servicio de la Oligarquía
Hay méritos en esta larga marcha de la derecha, con su amarga imitación al Foro de Yenan, camaradas. Aquella vez, 2 de mayo de 1942, Mao Zedong, lo dijo en otras circunstancias y con otros objetivos, para “la liberación del pueblo chino se necesitaban dos frentes, el de la pluma y del fusil”. Exacto, la derecha dedica tiempo a leer la historia y a copiarla, aunque más no sea para inventar mojigangas con apariencia de seriedad gnoseológica. Otra vez: Bolsonaro (Brasil), Trump (USA), Kast (candidato a la presidencia de Chile), presidente Boltaire (su sucesor da escalofríos), Milei (Argentina) con los de acá es suficiente para no saltar el charco. La pluma y el fusil en algoritmos, en la calle, en las tarimas mediáticas y digitales. La pluma termina en punta como la bayoneta de los fusiles, que nadie lo olvide. La derecha dejó de negar su alma y dejó de negarse ella misma, ya puede el gallo cantar miles de veces y acumular madrugadas porque está decidida a ser lo que siempre fue: derecha dueña absoluta de todos los derechos. Los tiempos se han cumplido para ver la fealdad innegable de la derecha, pero con una insólita diferencia: ya no se niega.
La derecha disfruta de su plenitud anacrónica, en este siglo XXI, caracterizada, con retrato prestado, por su propia insoportable levedad de querer ser en este mundo que se busca, aunque al tanteo, otro destino que no sea el dinero como fetiche absoluto. Ahora con sus guaridas de culto y sagrada peregrinación (lairs of worship and sacred pilgrimages). Basílicas celestiales o verdes o el color que sea el dinero. (Y que el Leviatán no se atreva a cobrarle un cobre de impuesto, ¡será maldito por siempre! En sus periódicos, radioemisoras, televisoras). En un escenario deseado, ansiado, disputado e idealizado, la derecha quisiera que las futuras elecciones fueran entre una derecha (+) y otra derecha (++). Un soliloquio electoral. O un estelar off shore entre esa derecha carnívora (con instinto de velociraptor) y esa otra derecha también carnívora (con mala leche de tiranosaurio). Para quienes llegaron tarde, la diferencia entre ellas está en sus significados y significantes. La naple, dicen en el barrio. La primera es eso: mangui-veloz. Bueno, mangui proviene de mangar, es un argentinismo que explica muy bien las privatizaciones en América Latina, por supuesto, en Ecuador (Banco del Pacífico, CNT, Refinerías, etc.) La segunda es lagarto-tirano. Y al revés. Remember las autocracias militares.
CINCO y 1/2
La derecha tiene el diagnóstico matemáticamente preciso, aunque orbita en la sociología y en los saberes políticos. Y tiene bien claro, clarísimo, el teorema algebraico de una improbable desventura: cuando los de abajo están cabreados con los de arriba y los de arriba no descifran el cabreo, sucede que se devuelven octubres rojos, eneros barbudos, julios de muchachada. Tic-tac-tic-tac, “cada paso anterior deja una huella”4. Eso se llama cimarronismo insurgente en las repúblicas palenkeras, Bob Marley no desperdició tiempo ni palabras, simplemente dijo: uprising5 o la izquierda marxista diserta sobre unas “condiciones objetivas” sensibles para una avalancha revolucionaria. Lo que sea, las lecturas del tarot no disimulan que este proceso civilizatorio ya es inservible. La derecha cerebral y audaz sabe que es así. Por eso se mimetiza, es transformer, se reinventa y hasta hace copia genética de la izquierda. Aunque jamás perderá su aunténtica sustancia comenzada hace medio milenio. Jorge Majfud la pone en modo didáctico: “¿De qué paquete social e ideológico estamos hablando? Los reaccionarios son expertos en armar combos políticos, donde meten a Dios y al Libre Mercado en un mismo menú, como McDonald’s mete hamburguesas, papas fritas y Coca Cola, con diez pseudo variantes toxicas. Quieres comerte una hamburguesa y terminas adicto a las otras dos. Es decir, crees en Dios y terminas defendiendo a los Mercaderes que el mismo Jesús expulsó del templo”6. Amén.
Notas:
1 Entrevista de Daniel Denvir a David Harvey, publicada en CTXT. La cita fue tomada de: https://rebelion.org/no-existe-una-idea-buena-y-moral-que-el-capital-no-pueda-apropiarse-y-convertir-en-algo-horrendo/
2 Medida corporal. Es la distancia del dedo índice al pulgar, ambos abiertos en compás.
3 Desatino.
4 Cada paso anterior deja una huella/ Que lejos de borrarse se incorpora/ A tu saco tan lleno de recuerdos/ Que cuando menos se imagina afloran. El tiempo el implacable, el que pasó, de Pablo Milanés.
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