Tuesday 26 April 2022

Europa y Occidente: Estados de terror y muerte

Oculto de la historia: El Holocausto canadiense                             Canad谩 100.000 Duplessis Hu茅rfanos que fueron abusados, torturados y utilizados en experimentos m茅dicos como lobotom铆as

Marcos Roitman Rosenmann: ¿C贸mo hemos llegado hasta aqu铆? Esta es la pregunta que deber铆amos hacer en el instante que se justifica el asesinato pol铆tico, las matanzas, los campos de refugiados, las torturas y las dictaduras. Deber铆amos interrogarnos cada vez que se avalan reg铆menes pol铆ticos verdugos de sus pueblos, renunciando a ejercer el juicio cr铆tico que nos humaniza. De esa manera se condena a muerte a millones de seres humanos.

La econom铆a de mercado es la trinchera desde la cual Occidente dispara sus misiles ideol贸gicos. La pobreza, la desigualdad, la corrupci贸n, los golpes de Estado, cobran sentido bajo este mantra. Son un recurso para patrocinar guerras y administrar justicia. Amigos y enemigos. Unos, morir谩n bajo la bandera de la libertad; los otros, ni siquiera merecen el calificativo de seres humanos. S贸lo les cabe un adjetivo: criminales, violadores, bestias y ladrones.

Occidente es equilibrado. Sus asesinos son protegidos y liberados de carga. Son ensalzados y exonerados de responsabilidad. El mundo se presenta sin contradicciones. Se debe elegir entre Ucrania y Rusia, Marie Le Pen o Emmanuel Macron, Donald Trump o Joe Biden, Vladimir Putin o Volodymir Zelensky. Ojivas nucleares buenas o malas, invasiones a Panam谩 o Ucrania. Extrema derecha o derecha. En definitiva: ellos o nosotros. De lo malo, lo menos malo. Capitalismo con rostro humano o salvaje, pero capitalismo. La frase de Franklin Delano Roosevelt al referirse a su aliado nicarag眉ense, el tirano Anastasio Somoza, sintetiza la hipocres铆a de Occidente: Somoza es un hijo de puta, pero es uno de los nuestros y lo defenderemos.

Preeminentes hombres de letras, la cultura, las ciencias y las artes se enredan en explicaciones para sacar del charco de sangre, en el cual est谩n sumergidos, a los pa铆ses de la OTAN, tras la invasi贸n de Rusia a Ucrania. Niegan la historia, el pasado, la memoria, tergiversan los hechos y de manera torticera explican que unos asesinan y otros defienden su patria. Unos disparan balas y otros reparten caramelos. As铆 no hay lugar para la reflexi贸n. S贸lo cabe una opci贸n: conmigo o contra m铆. De all铆, se pasa directamente a justificar el env铆o de armas "para la vida". Armamento que no mata seres humanos, s贸lo rusos invasores, monstruos sin alma.

Su concepci贸n del bien y del mal es, digamos, al menos cuestionable. Pero ellos, con la pistola humeante entre las manos, act煤an en defensa propia, defienden la paz, y patrocinan guerras bien intencionadas. En sus diferentes tipolog铆as, se est谩n desarrollando m谩s de una cincuentena de guerras, sean de baja intensidad, hibrida, asim茅trica o neocortical. Pero Occidente s贸lo tiene ojos para Ucrania. En Asia, Am茅rica Latina Medio Oriente y 脕frica despliegan sus armas. Sea en Yemen, Arabia Saudita, Nigeria, Mali, Somalia, Siria, Marruecos, Chad, Kenia, Afganist谩n, Sud谩n, Etiopia o la guerra genocida de Israel contra el pueblo Palestino.

Las anteojeras son 煤tiles para no distraer el paso de los animales enyuntados, que deben seguir el camino marcado por el amo. No ven a su alrededor, no tienen una visi贸n global, simplemente ven lo que les deja ver su amo. 脡ste, unas veces recurre a la violencia y el castigo, otras, al cari帽o, al premio. La doctrina del palo y la zanahoria. Fama, honores, medallas, dinero son la zanahoria del poder. A cada uno seg煤n sus deseos. Todos tendr谩n su recompensa en especie, acorde con sus peticiones.

El conocimiento del conocimiento obliga. Bajo esta premisa, dos destacados neurobi贸logos del siglo XX, Humberto Maturana y Francisco Varela, llamaron a pensar las consecuencias que, para la condici贸n humana, tienen los actos del quehacer cotidiano bajo el tab煤 m谩s escandaloso presente en la cultura occidental: prohibido conocer el conocer. Ambos neurobi贸logos descifraron el c贸mo conocemos y a continuaci贸n explicaron la indisoluble relaci贸n entre lo biol贸gico y lo social, lo 茅tico y la cooperaci贸n como fundamento de lo humano. As铆 conclu铆an: “No es saber que la bomba mata, sino lo que queremos hacer con la bomba lo que determina el que la hagamos explotar o no. Esto corrientemente se ignora o se quiere desconocer para evitar la responsabilidad que nos cabe en todo nuestros actos (…) Ciego ante esta trascendencia de nuestros actos pretendemos que el mundo tiene un devenir independiente de nosotros que justifica la irresponsabilidad en ellos y confundimos la imagen que buscamos proyectar, el papel que representamos, con el ser que verdaderamente construimos en nuestro diario vivir”.

Si no nos preguntamos sobre la fabricaci贸n de armas de destrucci贸n masiva en sus diferentes modalidades, su env铆o a los escenarios de guerra, estamos renunciando conscientemente a la condici贸n humana. El proceso de deshumanizaci贸n que se vive, de la cual todas las guerras, incluida la invasi贸n a Ucrania, son el resultado de una civilizaci贸n de terror y muerte, nos debe hacer recapacitar para luchar contra el nuevo totalitarismo emergen

 Si no nos preguntamos sobre la fabricaci贸n de armas de destrucci贸n masiva en sus diferentes modalidades, su env铆o a los escenarios de guerra, estamos renunciando conscientemente a la condici贸n humana. El proceso de deshumanizaci贸n que se vive, de la cual todas las guerras, incluida la invasi贸n a Ucrania, son el resultado de una civilizaci贸n de terror y muerte, nos debe hacer recapacitar para luchar contra el nuevo totalitarismo emergente, cuya eclosi贸n proviene de una raz贸n cultural decadente que se lleva por delante la vida y la dignidad del ser humano.


Violencia, Maldita Violencia - G. Romero